¿Qué es la patata agria gallega?
La patata agria es una de las variedades más populares y versátiles de este tubérculo. Tiene una muy buena relación calidad-precio y se cultiva principalmente en España, Italia y Alemania. Resulta fácil de cultivar, conservar y almacenar, lo que, unido a su rápido crecimiento, garantiza una producción elevada.
Desconocemos por qué se le ha atribuido el nombre de “agria”, ya que este término no coincide para nada con su exquisito sabor. De hecho, es difícil encontrarla con esta denominación en las tiendas por lo que resulta muy complicado saber qué variedad estamos comprando realmente.
En mayo de 2020 esta variedad fue incluida dentro del sello Europeo de Indicación Geográfica Protegida (IXP) Pataca de Galicia. Este reconocimiento permite certificar sus características distintivas y su elevada calidad.
¿Cómo es la patata agria?
La patata agria es ideal para freír aunque es muy versátil a la hora de cocinarla de otras maneras. Podemos diferenciarla po su buen tamaño, su forma ovalada y alargada, su piel fina que casi podemos eliminar con solo frotar unas patatas contra otras y su carne de un color amarillo brillante.
La estructura de la patata agria es consistente, lo que hace que no se deshaga al cocinarlas a fuego fuerte y al freírla se consigan unas patatas fritas crujientes por fuera y tiernas por dentro. Además, su sabor es delicioso e intenso.
nutricional de la patata agria?
Esta variedad de patata tiene además un buen equilibrio entre fécula y agua. Es baja en azúcares y grasas y rica en hidratos de carbono y vitamina B.
¿Cómo se cultiva la patata agria?
Aunque admite la siembra tardía, lo ideal es plantar la patata agria a principios o mediados de la primavera. Las plantaciones suelen hacerse en hileras separadas entre sí a 1 m de distancia. El riego debe ser moderado, evitando en todo caso los encharcamientos.
Esta variedad requiere una ubicación soleada (necesita al menos 8 horas de sol) y prefiere las temperaturas cálidas o templadas para desarrollarse de forma óptima. La tierra donde se plante deberá ser fina, suelta y rica en materia orgánica.
Cuando la planta florece en los meses de verano (entre junio y septiembre) es el momento de cosechar la patata. Al tratase de una variedad semi tardía, se puede demorar un poco más su recolección, obteniendo así tubérculos más pesados.
¿Para qué sirve la patata agria?
Cualquier cocinero experimentado sabe que las patatas agrias son ideales para freír. Esa idoneidad se debe a su bajo contenido en azúcares y a su textura consistente. El hecho de conservar intacto su sabor a pesar de cocinarla a fuego fuerte es el secreto de que queden tan deliciosas.
Emplear patata agria para tus patatas fritas te garantiza que estas quedarán crujientes por fuera y tiernas por dentro. De hecho, con esta variedad se suelen elaborar las bolsas de patatas chips de aperitivo.
No obstante, que sean buenas patatas para freír no significa que las patatas agrias solo sirvan para esto. En realidad, se trata de un tubérculo muy versátil, capaz de proporcionarte excelentes resultados si decides prepararlo hervido, guisado, asado o cocido, ya que su consistencia hace que no se deshaga como otras variedades.
Las recetas más indicadas para exprimir al máximo las propiedades características de la patata agria son la tortilla española y las patatas fritas. También estarán deliciosas si decides usarlas para preparar una ración de bravas o de patatas con alioli. ¡Está claro que son las reinas del tapeo!
¿Es difícil comprar patata agria?
Ahora que ya sabes que la patata agria goza de una elevada producción en nuestro país, seguramente te resultará curioso comprobar lo difícil que es encontrarla en las tiendas. A diferencia de lo que pasa con otras variedades de patata del país (como la Kennebec o la Monalisa) es muy improbable que encontremos esta variedad cuando vamos a comprar.
¿Qué sucede con la patata agria? ¿Acaso la industria alimentaria consume toda su producción o es que los tenderos la marginan por su feo nombre?
En realidad, lo que ocurre con esta variedad pone sobre la mesa un claro problema de la distribución de alimentos en nuestro país. Nos referimos a la falta de información al consumidor sobre el origen y variedad de los alimentos que compra.
Muchas veces, ni el propio comerciante sabe qué tipo de patata está vendiendo e, incluso, identificará el nombre de “patata agria” con un tubérculo en mal estado. Si el vendedor no conoce el producto, ¿cómo va a informar al comprador? A lo sumo, encontraremos un vago cartel que pone “patatas para cocinar” y ahí se queda todo el asesoramiento que la tienda puede proporcionarnos.
Identificar correctamente las patatas no es un mero capricho: de ello depende que las recetas salgan bien. ¿De qué nos sirve darlo todo en la cocina si al final vas a utilizar un ingrediente desconocido?
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